Esta novela, publicada en 1907, se ambienta unos cien años después, es decir, en la actualidad. Tres grandes bloques geopolíticos se disputan el poder global: América, Europa y Oriente. Cuando parece que la tensión generará una nueva guerra de grandes proporciones, un diplomático americano logra el milagro: la ansiada paz mundial. Felsenburgh, un hombre sin pasado, es aclamado como el salvador y consigue llegar a la cúspide del poder.
Es el “Señor del mundo”, una especie de mesías que es investido con plenos poderes para instaurar la nueva época de paz perpetua. Sin embargo, la nueva “religión de la Humanidad”, en teoría basada en los principios de la racionalidad y la tolerancia, pronto empieza a mostrar su cara totalitaria: comienzan las persecuciones contra los credos considerados contrarrevolucionarios, particularmente el catolicismo.
Uno de los mejores logros de Señor del mundo es la sabiduría con que están dosificados los ingredientes narrativos: la trama exterior por un lado; el conflicto interior de los personajes por otro. Sin que la historia pierda impulso en ningún momento, Benson va trazando con maestría la personalidad de los protagonistas, entre los que destaca el padre Franklin, un sacerdote católico.
(Reseña completa en: Aceprensa)
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